REPORTAJE
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Filipinas
Manila, territorio Jeepny
Texto y fotos: Diego Fuentes
Una de las cosas que más llama la atención al viajero cuando recorre
la capital del país es su denso tráfico. A primera vista se diría que la
anarquía es la reina del asfalto, pero luego, a medida que se va
tomando el pulso a la ciudad se percibe que no es así, que existe un
orden oculto bajo de ese aparente caos, lo que sucede es que se
requiere cierto tiempo para apreciar su sutileza y funcionamiento. Las
calles del centro se convierten en auténticos ríos de tráfico formado
por los más variopintos vehículos que llegan a formar hasta el doble
de filas de lo que marcan las líneas del asfalto. Todo el ancho que
permite la calle se llena de vehículos que se apiñan, de forma
alarmante, dejando apenas unos centímetros entre uno y otro, sin
embargo, la experiencia se acaba imponiendo y los golpes o los roces
son poco frecuentes. Es todo un alarde de pericia no apto para
cardiacos, una especie de juego de audacia que gana el que más
aguanta antes de ceder el paso.
Pero los auténticos reyes de las calles de Manila son los jeepnys,
unos vehículos multicolores llenos de los más increíbles adornos. Su
origen se remonta a los tiempos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando la carencia
de transporte público hizo que se acondicionasen los viejos "jeep" del ejército norteamericano
y se adaptasen al transporte de viajeros. Con el tiempo, estos vehículos se convirtieron en un
auténtico símbolo de la ciudad y hoy se calcula que suponen más del 20 por ciento del tráfico
de la urbe. Los hay de todo tipo, los que hacen un itinerario fijo y los que realizan el itinerario
en función del destino de los ocupantes. Los hay, incluso, que son de uso privado y para
distinguirse de los demás vehículos llevan un rótulo que indica "propiedad particular" y el
nombre de la familia a la que pertenece.
Los conductores de estos vehículos de transporte público no llevan caja alguna para poner el
dinero, el lugar donde lo guardan son sus propias manos por lo que es habitual verlos manejar
el volante mientras entre los dedos les asoman los arrugados billetes. El mantenimiento y la
seguridad en esta especie de camionetas, deja mucho que desear. Son ruidosos, inseguros y
contaminantes y, realmente,
uno se sorprende de que
muchos de ellos todavía
puedan circular y que sus
neumáticos aguanten el calor
del asfalto.
No hace mucho, el gobierno
de la República intentó
regular la situación
introduciendo autobuses
tradicionales para ir
sustituyendo a los jeepnys, la
oposición de la población fue tal que tuvieron que dar marcha atrás en
su proyecto. Aunque esta actitud pueda parecer algo inconsecuente,
lo cierto, es que esta actividad supone el único medio de vida para un
importante sector de la población que no está, precisamente, sobrada
de puestos de trabajo.
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